Escribo estas líneas
en la canícula del mes de agosto, durante una etapa que se ha dado en llamar
"vacaciones". Estos días son diferentes a los del resto del año
porque si bien la vida sigue, con sus achaques y miserias, y con sus aspectos
positivos, la humanidad -por lo menos la humanidad de esta zona de un lugar
llamado mundo donde resido- parece que se metamorfosea, como huyendo de la cotidianidad,
de la agitación del resto del año. El concepto "vacaciones" se ha
convertido, a parte de una necesidad vital, en un mito, en una creencia de que
podemos ser felices desconectando de una realidad, que en el mejor de los
casos, sólo se deja en suspenso de forma transitoria, temporal.
Las vacaciones, como
las bicicletas, son para el verano, aunque afortunadamente también se pueden
tomar en otras épocas del año, como cada vez se hace más en nuestro entorno. Y
sobre todo, hoy hemos de ser muy respetuosos con todos aquellos que por
diversas circunstancias, sobre todo económicas, no pueden tener vacaciones.
Agosto, sin embargo,
es el mes de las vacaciones por antonomasia. Cada uno se programa las
vacaciones que puede o le apetece más, y la forma de descansar que mejor le va.
Pero es un mes curioso, no tanto como hace años, pero sigue siéndolo. En
España, agosto sigue siendo un mes de
relajación, en casi todos los órdenes de la vida. Como dice un conocido mío,
"es que en agosto no te puedes ni morir". La concentración de las
vacaciones en el mes de agosto produce un efecto desagradable: "cerrado
por vacaciones". Mientras tanto, el sector servicios intenta "hacer
el agosto", en una expresión ya consolidada en el lenguaje coloquial.
Agosto es sinónimo de
vacaciones, así, generalizando. Unas vacaciones construidas como concepto
dentro del derecho laboral, protector de la clase operaria, del trabajador por
cuenta ajena. ¡Y que dure!
Pero lo que quiero
expresar aquí es que en agosto la vida parece otra cosa. O nos lo creemos. O
nos lo queremos creer. Agosto es tiempo de agostarse, con el calor que nos
proporciona el verano. Y en principio descansar. Que gran idea, poder
descansar. Algunos viajan a paraísos lejanos, otros van a su pueblo, o lo que
sea. Si descansar es el objetivo, bienvenido sea el mes de agosto. Otra cosa es
si ello es posible, o sólo es una pretensión, una idea, una falsa ilusión.
Cada uno que gaste su
tiempo como pueda...
En el paréntesis
estival, las defensas ante la toxicidad ambiental se relajan. Eugeni d'Ors
escribió una magnífica defensa del "dolce far niente" en su Oceanografía
del tedio (1919). No hacer nada como objetivo vital, dejar pasar el tiempo,
el estío, en la tumbona: "Yo no pienso, luego existo". El problema de
esta actitud es que nos desarma frente a un mundo hostil, que sigue existiendo,
en dos ámbitos a los que me gustaría referirme aquí, el político y el periodístico.
Visto desde
Catalunya, el gran tema de la política española es la posibilidad de ejercitar
el derecho a decidir el próximo 9 de noviembre. Las cloacas del Estado siguen
funcionando, en una incomprensión secular del llamado desde hace siglos
"problema catalán", y generando desafección a chorros. A lo que sería
un estricto tema de democracia y de voluntad política, se le opone la
constitución española entendida como un reglamento inquisitorial y el Tribunal
Constitucional actúa como cruzado contra
el mal. Necesitamos desdramatizar, y analizar propuestas, mensajes positivos,
de los responsables políticos, que vayan más allá de los rebuznos a los que nos
tienen acostumbrados. Los problemas se solucionan, afrontándolos. Catalunya
quiere ser reconocida como sujeto político, quiere que se le reconozca más y
mejor un estatus propio, después de la ruptura constitucional que supuso la
sentencia del tribunal constitucional del 2010 contra el Estatuto de Autonomía
de 2006. Este proceso de agotamiento y de agostamiento del encaje de Catalunya
en el marco constitucional no nos lo merecemos los ciudadanos de Catalunya.
Llevamos demasiados años sin un orden constitucional claro y legítimo, viviendo
al albur de la arbitrariedad de los gobernantes de turno. El ejemplo más claro
es la situación en la que estamos, a la espera de lo que pueda pasar el próximo
9 de noviembre. Estamos mal. Muy mal. Y que nadie se ponga medallas, dentro del
cainismo y del carroñerismo como grandes divisas de la actividad política.
El segundo tema al
que me gustaría referirme es el de los medios de comunicación. La obsesión de
la prensa oficialista madrileña es una provocación constante. El deporte
nacional es el anticatalanismo, bueno mejor dicho antinacionalismo catalán,
como si el nacionalismo español casposo no existiera. Ahora resulta que sólo
hay una familia en toda España digna de ser portada en los medios madrileños.
Una infamia. Desde Catalunya necesitamos mirar hacia el exterior, para salir
del agujero, y leer prensa europea, o elaborada en general fuera de España. Ya
está bien de la broma. Como en el ámbito político, el mediático se ha apuntado
al pimpampum de romper la convivencia social en Catalunya. Ya lo dijeron desde
altas instancias: antes se romperá Catalunya que España. Y así lo pretenden día
tras día, con titulares que no expresan otra cosa que la tradicional
tragicomedia española. No nos merecemos esto. Pero bueno, la autoregulación
deontológica es un oxímoron, y como es sabido, el consejo del audiovisual
español no se ha puesto en funcionamiento por falta de interés y apoyos
políticos. Cainismo y carroñerismo otra vez. Esto es lo que hay.
Y pasará agosto,
vendrá septiembre, y la casa sin barrer. O más bien sucia hasta el techo. Sin válvulas
de seguridad. Nos llenaremos de imputados, de inconstitucionalidad, de más
sinrazón. El Gobierno nos dirá que sigue preocupándose de los "problemas
reales de los ciudadanos". El populismo continuará a tope. Y los
ciudadanos a sufrir una larga crisis, moral y material, como siempre. Por lo
menos, un español no será, de momento, un exiliado en potencia.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada