Després d'algunes experiències personals que es van comsumar el passat dia 4 de novembre, m'ha interessat aquest article, que reflecteix força bé aspectes que també he pensat sobre una part (això sí, només una part) de la nostra joventut, lamentablement massa desconnectada del missatge constructiu de país, i a la qual sembla no arribar tampoc el testimoni de determinades conviccions. Caldrà treballar molt en aquest front:
Van como si fueran presos: detrás camina su sombra, delante su pensamiento ¿Pensamiento?
Habitan la madrugada, se arremolinan en esquinas y desahucios propicios. Andan huecos, con la mirada opaca, vaciados de vida, de ilusión. Huelen a bronca y a insolencia. Deambulan vestidos de fealdad y ocio, quizá también de paro. Creen haber nacido sin futuro y se conforman con un presente convulso. Tomados de uno en uno son más bien poco, pero en la cobardía del grupo, son devastadores. Son jóvenes, son violentos; odian auna sociedad imperfecta, mejorable, pero que nunca ha sido tan permisiva, tan blanda, tan poco beligerante con los que pretenden socavarla. ¿Son hijos del aburrimiento que quieren vivir la excepcionalidad de la violencia? ¿No toleran las imperfecciones de la democracia? ¿Son víctimas de la desideologizacióny de la doctrina del consumo? Quizá. Y de una sociedad que premia el tener y no el ser. Y también de unos progenitores con mala conciencia que, sobre todo en las clases altas y medias, fueron progresistas de salón. Que ni pudieron ni quisieron inculcar ningún valor porque ellos mismos habitaban la frivolidad. Y luego el desengaño. A demasiados europeos aún les fluye por el alma la mandanga del 68. Aquí tuvimos a los burguesitos de la gauche divine con su riñón afelpado, el hígado encurtido y su onanismo político-cultural. En Italia tenían al millonario editor Feltrinelli, víctima de un explosivo que colocaba en un cable de alta tensión. Unos y otros: un cóctel de contradicciones. En la pared el Che y la instantánea mítica de Cohn-Bendit; y esperando en el banco, los intereses. La libertad y la democracia tienen amigos verdaderos, y entre ellos quisiéramos estar todos ¿Todos? Pero también tienen amigos falsos, perversos que intentan confundirnos con su supuesto amor por la libertad, cuando en realidad quieren aprovecharse de ella y subvertirla. Quizá estos jóvenes violentos son los tontos funcionales, la force de frappe de poderes oscuros, totalitarios, que siembran su futuro. La violencia siempre en la antesala de los desastres. Demasiados recuerdos antiguos y una excesiva organización para unos simplesefluvios juveniles ¿Son antisistema? ¿De qué sistema? ¿Cómo y para quién? Pues bien, a trabajar por él, pero con razones y diálogo. Y entendimiento.
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