La responsabilidad social de la persona es una exigencia cívica en el
seno de una concepción comunitaria de la vida. La persona, como
ciudadano, no es un mero sujeto titular de una condición legal, sino que
goza de un status activo, merecedor de derechos y deberes. Desde estas
premisas se analiza la importancia del civismo no sólo por parte de los
ciudadanos sino también de los poderes públicos, y la concepción de la
democracia como una forma de gobierno y una forma de vida. Los valores
cívicos, de la responsabilidad, y los deberes en relación a los demás
conciudadanos y a la comunidad toda, se expresan de forma clara también
en la cultura de la seguridad, que empieza por cada uno de nosotros y no
es totalmente delegable a las instituciones públicas. Así, persona y
comunidad son dos caras de la misma moneda, y el Estado ha de tener en
cuenta la base humana que lo justifica, y su incardinación en el mundo
globalizado.

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